Esta semana pasada, hemos tenido
la oportunidad de realizar una I.T.E. de una vivienda unifamiliar un poco
especial. Ese tipo de vivienda que acostumbramos a ver en las revistas del
corazón, ligadas a personalidades de la alta sociedad. Se trata de una vivienda
con un programa de usos extensísimo, propio de lo que llamaríamos “residencia
del embajador”. Acostumbrados a las “unidades mínima habitacionales” de menos
de 20 m2 del caso antiguo, al contrastar las diferentes proporciones,
no podemos por más que sentir un cierto vértigo. Pero una vez recompuesto del
mareo, nos encontramos con un cuerpo edificatorio semejante a un bloque de
viviendas de la misma época de construcción, principios de los años 60.
Después de revisar las fachadas,
cubiertas, instalaciones de agua, nos fijamos en el objeto de este artículo; la
red de saneamiento horizontal. Esta discurre por una cámara sanitaria, que
sirve de zócalo ó basamento al cuerpo edificado. Es de una altura suficiente
para andar casi erguidos y hasta hay instalada una verbena de luces. Todavía
recordamos una cámara sanitaria del barrio de Cuatro Vientos, en la que después
de entrar a gatas, iluminando con una linterna y espantando a las ratas,
tuvimos que salir corriendo a por un insecticida contra las chinches, las
cuales se estaban deleitando con el nuevo manjar que les habíamos ofrecido.
Esta cámara no tiene ni comparación, facilitando que las operaciones de
mantenimiento no sean un suplicio. Se encuentra limpia y, ¿atendida?
Como dice el refrán, “la vaca la
engorda el ojo del amo”, pero en este caso el amo delegó el entrar por la
trampilla al subterráneo, en algún operario dispuesto a cuidad la economía de
este, y efectuando reparaciones voluntariosas, pero poco efectivas. Pero como
tantas otras veces, lo barato puede resultar muy caro, pues como vemos en la
imagen, las uniones de los tubos, los “corchetes”, están perdiendo agua junto a
los machones de ladrillo. Afortunadamente no han empezado a aparecer las
consabidas grietas junto de cada fuga del saneamiento, propias de otro tipo de
terreno. Y es que nada es casual en esta sociedad, y nos encontramos en uno de
los mejores terrenos geológicos del municipio de Madrid, con un suelo
perfectamente drenante, y que ha permitido que el agua filtrada fluya. Los
buenos barrios tienen buenos vientos, buenas vistas y buenos suelos. Pero no
hay que tentar a la suerte, y reparemos cuanto antes este saneamiento.
Se trata de una red de tubos de
hormigón, apoyados en pates de ladrillo, con uniones rígidas mediante corchetes
de ladrillo, que van recogiendo las bajantes del edificio, tanto las de aguas
pluviales como de fecales, para llevarlas de arqueta en arqueta, hasta la
acometida al saneamiento municipal. El sistema tiene una antigüedad aproximada
de cincuenta y cinco años, tiempo suficiente para haber provocado el
envejecimiento de los tubos y la rotura de las juntas. Al perderse la estanqueidad,
el agua se va derramando a lo largo de todo el desarrollo de los cimientos del
edificio, poniendo en peligro la integridad estructural de este.
Las reparaciones exteriores a
base de pintura asfáltica, no consiguen evitar que el agua se pierda, por lo
que proponemos la sustitución de la totalidad de las tuberías por un sistema de saneamiento colgado y estanco,
mediante tubos de p.v.c. suspendidos del forjado de techo de la cámara. Nos
olvidaremos de las arquetas y los corchetes, dejando registros roscados en cada
cambio de dirección, por si hay que desatascar alguna. La red de tubos se irá
situando paralelamente a la actual red, recogiendo cada una de las bajantes.
En las imágenes vemos algunos de
los botes sifónicos de los aseos, en plomo. Dado que aún siguen en aparente
buen estado, esperaremos a una siguiente intervención para su sustitución. Esta
posibilidad nos la brinda unas instalaciones vistas, que cuelgan del suelo de
los aseos.
El último colector verterá en la
arqueta de salida. No hemos podido comprobar el último tramo de salida al
alcantarillado, pero viendo el desnivel existente entre la cota 00.00 del
edificio y la vía pública, entendemos que debe haber un pozo de resalto de no
menos de 5 m de profundidad.
Proponemos un tubo de p.v.c. de
máxima calidad, desgraciadamente también de mayor coste económico, de la marca
comercial Terrain. Magnífico tubo y con un catálogo de piezas especiales
amplísimo. Adjuntamos una imagen de un saneamiento semejante al propuesto.
Como decía Sáenz de Oíza,
“ocupémonos primero de los desagües, que ya llegará el momento de la
arquitectura”.